Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

miércoles, 30 de noviembre de 2011

preggie

Mujer De Arena by María José Hernández on Grooveshark

Aquí estoy, contemplando mi cuerpo desnudo frente al espejo. Y no puedo parar de llorar.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

forlorn

Llanto de Pasion by El Ultimo de la Fila on Grooveshark

Hoy me ha dado de nuevo por pasear por aquellos jardines que tú sabes... después de tanto tiempo. He visto los nidos donde antaño hubo pájaros que trinaban, los bancos donde nos sentábamos a charlar, cubiertos ahora de polvo, mugre y olvido. En mi mente han resonado los ecos de nuestras risas, llantos, confesiones, confidencias, chistes, abrazos, palmadas en la espalda, aplausos, explosiones de júbilo, felicitaciones. Y no había avanzado más que unos pocos pasos cuando ya me ha invadido una inmensa tristeza. Creía, tonta de mí, que iba a ser más fuerte, pero que va: he llorado como una Magdalena. Y no he podido seguir contemplando tanta desolación. Y cuando me he dado la vuelta y he salido huyendo de allí, mis pies me han llevado corriendo a tu puerta. Y al girar el picaporte he descubierto que estaba cerrada. Y ahora estoy desolada.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Pedro y Martita, Capítulo 4




Pedro, tengo hambre.

Vamos a la cocina y hacemos algo de desayunar, pero frío, ¿eh? que ya sabes que mamá siempre nos dice que no toquemos el fuego. La tita ha dicho que no nos movamos de aquí, y que ahora nos llama.

Quiero tostadas.

Bueno vale, la tostadora sí la podemos usar. Saca el pan de molde del cajón anda.

Martita abre el cajón del pan y de pronto adopta un gesto compungido: ¿Mamá no se va a despertar nunca, Pedro? ¡Yo quiero que vuelva! dice entre sollozos.

No, Martita. Creo que no. ¿Quieres mermelada? Pedro ha asumido ya su papel de hombre de la casa, y se encuentra en ese extraño estado de shock en el que eres todo responsabilidad y valentía, aunque puedas contar aun los años que tienes con los dedos de las manos.

No, sólo mantequilla.


Tomás está reunido, como de costumbre, con el consejo, que le llaman ellos jocosamente. En su empresa, una vez cada dos semanas hay una reunión donde se analizan los objetivos propuestos y se contrastan con los logrados. Cada uno tiene la oportunidad de exponer cuáles son las dificultades y problemas con los que se ha encontrado para desempeñar su función, a la vez que se plantean sugerencias de mejora. Estas reuniones, para no entorpecer la marcha normal de la estresante tarea, se producen en sábado. No es demasiado gravoso perder una mañana de sábado de cada dos para mejorar las cosas en tu trabajo, especialmente si un 20% de la empresa es tuyo, y te duele, como se suele decir. Carmen no opinaba lo mismo, y echaba de menos a Tomás en esas interminables mañanas de sábado, en las que básicamente se aburría con los niños en casa, sobre todo si hacía buen tiempo y éste invitaba a salir. Porque a Carmen esto de tirar sola de dos niños siempre le vino grande, y la realidad es que no se atrevía a salir sola con ellos a la aventura, era muy miedosa, cagona, como le solía decir Tomás. Tomás es un hombre con mucho más desparpajo, brillante, divertido, lo que se suele decir un crack de las relaciones sociales.

En plena reunión, la puerta se abre y aparece Ingrid: Tomás, tu hermana al teléfono. Dice que es importante.

Dile que ahora la llamo.

Vale, contesta Ingrid mientras se marcha, dejando la puerta cerrada tras de sí.

10 segundos después la puerta se vuelve a abrir, y aparece Ingrid blandiendo un teléfono inalámbrico en la mano: Perdonad. Tomás: dice tu hermana quetepongashostias!

Tomás se levanta y coge el teléfono que le tiende Ingrid.

Dime Evita

Nadie escucha lo que Eva le cuenta a Tomás desde el otro lado de la línea, pero viendo la expresión de su rostro, a nadie le extraña cuando Tomás sólo contesta: ¡joder! ¡voy corriendo!, y suelta el teléfono encima de la mesa. Tengo que irme, perdonad.

¿Qué pasa Tomás?

Carmen, los niños, exclama Tomás sin ser capaz de hilar una frase, mientras sale corriendo por la puerta.


Mientras, en la cocina, Pedro y Martita se están comiendo unas tostadas, de mantequilla ella, de mantequilla y mermelada él, acompañadas con unos buenos tazones de colacao que Pedro ha preparado en el microondas.

A ver si consigo, con mis insustanciales tonterías, que os escuchéis entero el concierto nº 2 para piano de Rachmaninov.