Sentadas las dos frente a unas tazas de café, Alicia me mira con ansiedad. Se pregunta por qué una tipa de una empresa a la que ha ido a mendigar trabajo, y cuyo nombre y cargo desconoce, la ha hecho esperarla para 10 minutos después aparecer y decirle: ¿Vamos a tomar un café? Pero claro, intuye que siendo alguien de la empresa, no tiene nada que perder. Así que ahora sopesa sus expectativas de que este café, y la presumible entrevista, puedan derivar en una posibilidad de trabajo.
Bueno, eres licenciada en económicas...te llamas Alicia Salmerón... ¿no?
Sí, responde ella.
Yo me llamo Sara, Sara Prados... perdona que te haya hecho esperar. He oído antes que buscabas trabajo, y yo tal vez pueda hacer algo. Alicia me mira interesada. Sí, pertenezco a la empresa, y de mí depende en cierto modo el tema de las contrataciones. Irene no te mentía, la crisis está ahí, y la cosa está fea. Hace tiempo que no contratamos a nadie. Pero la cosa es que hace unos meses que estoy meditando la creación de un puesto que tal vez te pueda interesar. Mira, echa un vistazo a este balance y dime si serías capaz de interpretar algo como esto. Tómate tu tiempo.
Alicia examina los papeles detenidamente, sin poder disimular su asombro en un par de ocasiones. Luego me mira con cara de extrañeza, con cara de "no me atrevo a decirte lo que veo", y se queda pensativa.
¿qué ocurre? Le pregunto.
Alicia contesta: No te ofendas, pero... ¿me estás tomando el pelo? es decir. ¿Esto es real?
¿Por qué dices eso?
¡Esto es falso! Está manipulado, seguro. Pero además de un modo muy sutil. Si esto es un informe de cuentas real de tu empresa, alguien está haciendo cosas raras, esto está amañado con maestría. Ten cuidado si esto depende de ti.
Ja,ja,ja, me río. Vale, prueba superada. Lo he alterado yo. Sabes mucho. Eres buena. Creo que ya tienes trabajo.
¿En serio? pregunta Alicia con unos ojos como platos, sin poder disimular su emoción. Pero, pero, a ver, ¿tú eres la encargada de personal o algo así?
Más o menos. Contesto yo. Soy la dueña. Y necesito una persona con tus conocimientos, una especie de asesora. ¿Qué te parece?
¿En serio? contesta ella. ¡Claro que sí! Pero. No me malinterpretes, y lo mismo tiro piedras contra mi propio tejado, pero; ¿cómo puedes saber que soy lo que necesitas? ¿Y si luego no funciona?
Más o menos. Contesto yo. Soy la dueña. Y necesito una persona con tus conocimientos, una especie de asesora. ¿Qué te parece?
¿En serio? contesta ella. ¡Claro que sí! Pero. No me malinterpretes, y lo mismo tiro piedras contra mi propio tejado, pero; ¿cómo puedes saber que soy lo que necesitas? ¿Y si luego no funciona?
Tú misma acabas de responder con tu pregunta. Necesito alguien de confianza, alguien sincero que se tire piedras en su propio tejado si es necesario. Tengo un pálpito. Creo que no necesito más. Es más, creo que llegaremos a ser buenas amigas.
La cara de asombro mal disimulada de Alicia ahora ha mutado a cara de estupefacción: No lo entiendo, Sara. Todo es tan extraño. ¿Por qué haces esto? ¿Es que acaso te he salvado la vida alguna vez o algo así?
Acertaste, contesto yo. De no ser por ti hoy yo estaría muerta. Haz memoria. Llevo un año buscándote.
La cara de asombro mal disimulada de Alicia ahora ha mutado a cara de estupefacción: No lo entiendo, Sara. Todo es tan extraño. ¿Por qué haces esto? ¿Es que acaso te he salvado la vida alguna vez o algo así?
Acertaste, contesto yo. De no ser por ti hoy yo estaría muerta. Haz memoria. Llevo un año buscándote.
¡Hostias! exclama Alicia de repente. ¿Tú eres...?
Yo sonrío
Alicia sonríe
Se me salta una lágrima.
A Alicia se le salta una lágrima.
Nos abrazamos. Mientras, con un hilo de voz, le digo: Gracias, muchas gracias.
Pero yo no hice nada, me contesta, mientras recuperamos la compostura. Llamé al 112, como haría cualquiera.
Aquella noche yo estaba aterrorizada. Tú te quedaste allí a mi lado. Me cogiste de la mano. Me calmaste, me animaste. Me hiciste compañía, no me abandonaste, y no me conocías de nada. Luego, cuando me sacaron de allí, desapareciste sin dejar rastro. Misión cumplida.
En realidad fui a verte al hospital un día. Estabas inconsciente. Entré un minuto. No te pareces nada a la chica de la cama del hospital, jamás te habría reconocido. ¡Coño ahora recuerdo que me dijeron que te llamabas Sara! ¡Sí! "Saldrá de ésta", me dijo un auxiliar que es amigo mío. Luego ya no me atreví a ir más.
Estoy alucinando, ¿fuiste a visitarme?
Sí, no sé, me interesé por ti. Quería saber si estabas bien.
Sonrío de nuevo. Presiento que esto va a salir bien. Bienvenida, Alicia. ¿Cómo estás de disponibilidad? ¿Podrías empezar el lunes?
Sí, claro.
Pues el lunes te espero. Preguntale a Irene por mí y vamos a desayunar juntas, ¿de acuerdo?
De acuerdo.
Cuánto me alegro de conocerte. Aquí estamos las dos, tomando un café. ¿No es milagroso?