Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

domingo, 29 de noviembre de 2015

El miedo

A veces me siento a escribir porque me siento inspirada, porque tengo una canción, o una idea dándome vueltas en la cabeza, y sé que puedo contar algo interesante.

Otras veces me siento a escribir simplemente porque me siento en deuda con una idea o persona, porque quiero rendir un homenaje, o simplemente porque no quiero permanecer callada por más tiempo, porque me abruman las telarañas que pueblan mi blog.

En esos casos, unas veces no encuentro la inspiración simplemente porque me estoy obligando a hacer algo que no me sale de modo espontáneo, y otras veces es por otro tipo de circunstancias.

Una de ellas es el miedo. El miedo me bloquea, me seca la tinta de mi pluma, me atenaza y hace enmudecer, me deja perdida y desorientada. Pero no me refiero a mi miedo. Me refiero al miedo ajeno

sábado, 31 de octubre de 2015

Un instante

Acaba de despedirse de la visita que me precede y como no me ha visto acercarme, se deja caer rendida sobre un sillón de la sala de velatorios. Me planto delante de ella y le digo ¿Te acuerdas de mi?

¡Claro que sí! mientras pugna por volverse a levantar del sillón

¡No, no te levantes! le digo mientras me pongo en cuclillas para estar a su altura. Han pasado 12 años, 12 años sin vernos ni tener apenas contacto, y me ha reconocido.

Lo siento muchísimo... en fin, ya sabes, soy muy mala para estas cosas y no sé qué decir en estas situaciones

No te preocupes, yo tampoco sé cómo actuar cuando me veo en ellas.

Ha sido toda una sorpresa, me enteré anoche y he venido tirada para acá. ¿Sabes? Yo estoy en la empresa por tu padre. Él me contrató directamente. Y me demostró varias veces su confianza en mí.

Sí, ¿sabes la cantidad de compañeros que me han dicho esto? Estoy sorprendida de la cantidad de personas que han venido, no me lo esperaba. ¡Hasta desde Zaragoza han venido!

Yo hasta anoche seguía teniéndole miedo, jaja, pero he de reconocer que era un buen jefe y se preocupaba por los empleados

¿Sabes? se trajo el portátil al hospital y seguía intentando abrirlo para trabajar, mientras decía: hay muchas familias que dependen de la empresa: tengo que ponerme a trabajar.


....


He visto la alegría y el agradecimiento en sus ojos. Y hoy me siento confortada por ello. No recordaba que la apreciase tanto

martes, 20 de octubre de 2015

Deseo


Tumbada

mirando hacia arriba

dormida

despierta

puedo escuchar el latido de tu corazón

pom pom... pom pom...

después

abro los ojos

¡mierda! me he vuelto a quedar

dormida

despierta

El sonido de la guitarra

viene desde lejos a mis oídos

y me acuna y pienso en ti

en cómo deseo de nuevo

estar entre tus brazos

dormida

despierta

muy despierta

para no perder detalle

de tus manos, de tu sonrisa

de tus lindos ojos y tu dulce mirada

en la que me gustaría soñar

dormida

despierta

que estás aquí para siempre

y de verdad, sin horarios ni adioses

velando mis sueños

acompañando mis amaneceres

dormida

despierta

domingo, 11 de octubre de 2015

No sé



No sé lo que va a pasar, pero sí sé lo que ya ha pasado

No sé lo que va a pasar, pero sí sé que has iluminado todo

No sé lo que va a pasar, pero sí sé que soy una mejor persona ahora

No sé lo que va a pasar, pero sí sé que has llenado todo de música

No sé lo que va a pasar, pero sí sé que el bien que me has hecho es irreversible

No sé lo que va a pasar, pero sí sé que prometo despertar cada mañana con una sonrisa

No sé lo que va a pasar, pero sí sé que mi corazón se ha vuelto de color lila

No sé lo que va a pasar... pero confío en que será bueno.

lunes, 10 de agosto de 2015

El hombre de mi vida

Cuando el imbécil de mi marido me abandonó en mitad del embarazo, (sí, estuve casada) para irse con otra, más joven, guapa y divertida, mis concepciones del matrimonio y del amor, de la vida en pareja, de la fidelidad, del compromiso, quedaron seriamente tocadas.

Desde entonces me ha hecho mucha gracia cada vez me dicen que algún día reharé mi vida: mira guapa, mi vida ya está rehecha. Bien que me costó rehacerla, pero lo hice, yo solita, con un par de ovarios.

Y también me hacía mucha gracia que me dijeran que algún día encontraría al hombre de mi vida: siempre les respondía, el hombre de mi vida no existe. Hoy he de rectificar esa frase, porque acabo de descubrir que no es exacta: El hombre de mi vida está casado.



martes, 21 de julio de 2015

Gata imbécil


Vamos a ver. A santo de qué coños te has tenido que escapar?

Tenías de todo. Me encargué personalmente de que te fueran reponiendo pienso y agua. El caso es que cuando llegué le otro día, no eché cuenta. Venía agotada, derrotada, y no se me ocurrió mirar. También sé que los gatos vais a vuestro rollo. Pero al día siguiente ya me decidí  investigar, alertada por tu ausencia. En esta casa no hay nadie más arisca y huidiza que yo, así que esto no te lo consiento. ¡Y resulta que encuentro signos evidentes de que te has largado!

Cuando Susana llegó, lo primero que hizo fue buscarte incesantemente por toda la casa. ¡Mami, no la encuentro! ¿Dónde está Chuche?

No sé corazón, me temo que se ha ido.

¿Pero cómo se va a ir? ¡¡Si yo la quiero un montón!!

Un rato después me tuve que enfrentar a Susana, que llorando a lágrima viva me tendió un cartel que había escrito ella, en el que decía que había perdido a su gatita Chuche y que la echaba mucho de menos, que si alguien sabía algo de ella que por favor nos llamara:

¿Mami, podemos poner esto en el portal?

Se me partió el alma, ¿sabes gata imbécil? ¿por qué te has tenido que largar? No tenías derecho a hacerle esto a mi Susana.

Al menos espero que estés disfrutando contemplando la luna desde los tejados, y que estés follando mucho.

Vete al carajo.

domingo, 12 de julio de 2015

La canción



A veces me acuerdo de una canción. Simplemente me viene, o sucede que otra que estaba escuchando, de pronto, por asociación de ideas, me lleva a ésta última... La busco, la pongo, y desde los primeros compases, siempre me asalta el mismo puñado que me agarra el pecho y me encoge el corazón. Y siempre pienso lo mismo: "La ultima vez que escuché esta canción, aún vivía mamá". Y vivía aún en su casa, y aún no me daba cuenta de lo que hoy la iba a echar de menos, la de veces que iba a maldecir el tiempo desperdiciado, que nunca aproveché con ella. Y acabo llorando. Y siento un vértigo indescriptible, y una tremenda soledad. Y una tristeza infinita.

Sigo siendo la misma mujer huraña y poco sociable que he sido toda la vida. Tengo, se supone, todos los elementos necesarios para estar rodeada de gente: éxito, dinero, belleza dicen, JA!... un pelo negro del que me siento orgullosa, y una aversión especial por la luz del sol. Pero sigo siendo, esencialmente, una mujer solitaria, salvo por mis dos niños, ya sabéis, mi sobrina Susana, hija de mi hermano muerto en guerra, a la que adopté como hija propia, y mi hijo Martín, hijo de un cobarde que no aguantó a mi lado ni hasta el día del parto. Pero hoy estoy completamente sola. Acabo de llegar a casa, dos dedos de polvo y olor a cerrado... creo que mi ordenador se ha alegrado de verme. Los niños están con mi hermana. Sí, tengo una hermana. No, no nos parecemos en nada. Ella es una mujer sociable.

Así que aquí estoy tumbada en mi cama, dejándome acariciar por esas notas y por la brisa confortable del aire acondicionado, en una tórrida tarde de julio en la que ni las lagartijas se atreven a asomarse a la calle, mirando a las paredes polvorientas de mi casa después de más de un mes vacía, pensando en que acabo de sobrevivir a un puto cáncer de puro milagro, sin que ni siquiera se hayan llegado a enterar ni Susana ni Martín, y que ahora soy yo la que ha pasado a la siguiente fase, la que ocupa ese lugar, la que está detrás del mostrador, la que conduce el coche, la que empuja el carro, la que dice lo que hay que hacer. Y de repente rompo a llorar desconsolada, y grito "mamá!!" y vuelvo a llorar, y pataleo, y pego puñetazos a las paredes. Y luego me sueno los mocos y me calmo.

Y pienso que esta es la última oportunidad, que es la última fase que me ha tocado (sobre)vivir, y me pregunto cómo voy a hacer, para hacerles entender, para que sean conscientes de lo que tienen..., para que Susana y Martín no tengan que sufrir, dentro de 30 años, la tristeza y la desolación que hoy siento yo.

De pronto pienso que esto me ha vuelto frágil, y que no puedo consentirlo. De un salto me levanto de la cama, descuelgo el teléfono, y marco:

Hola Susi, ¿cómo están los niños?

Sí, ya he llegado. Pues te puedes imaginar.... no, no hace falta nena, ya llamo a Natalia.

Sí, muy bien de verdad, mañana me paso a por ellos

Sí, de verdad, no te preocupes, ya puedo, en serio. 

Oye:

que gracias.

Yo también te quiero Susi.

Cuelgo.


Me siento en el ordenador, vuelvo a reiniciar la canción, y comienzo a escribir...

De pronto descuelgo de nuevo:

Susi. Oye... que estaba pensando... ¿Me paso con comida china y cenamos juntas? 

Vale. Termino de escribir una cosilla, me ducho y voy.

Sí, setas con bambú, no se me olvida...