Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

martes, 29 de diciembre de 2009

Entrando en calor

Qué frío que hace. Winter has come, que decía Conquest. Estoy forrada hasta las cejas. Recogiendo leña para pasar el invierno. Todos los pájaros levantaron el vuelo ya. Y aquí me tenéis, sentada en mi mesa camilla. Urdiendo mi plan para no salir nunca más de casa. Imposible plan, por otra parte. O quizá no. Porque, quién sabe lo que nos puede deparar el azar. Ay, el azar. Sabrá nadie lo que nos tienes preparado. Dónde se esconden tus fuentes. Fuentes de las que manan los destinos de los desamparados. Gotas de rocío que cubren mi cuerpo desnudo al amanecer. Hijos que no tuve, o que vi partir. Jirones de la vida que planeé. Kilos y kilos de maquillaje que gasté. Litros de perfume que derroché. Ñonerías con las que pretendí conquistar tu indiferencia, como una niña chica. Zalamerías que no encontraron destino, ni correspondencia. Xilófonos que tocaban la melodía infantil que me recuerda la época en que era sólo una inocente cría. Cuando creía que todo era divertido y de colores. Vivos colores que me hacían sonreir. Besos de niños que me hacían soñar. Niños que no me dejaban jugar a la pelota con ellos. ¿¡Maldita sea, dónde fue a parar mi infancia!?

Bueno, ROMBO, ahora todas las teclas de mi teclado ya están calentitas. Las llevas todas. Esto es para ti.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Halagada

Me dice R (R, yo le llamo así, porque sé que le gusta: errrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrre) que hay personas que quieren comentar aquí y no pueden por un rollo que he entendido a medias sobre cuentas y anónimos, en fin, que me ha ayudado a arreglar ese problemilla, o al menos eso dice él. Yo me siento halagada al saber que hay alguien a quien le gusta leer estas cosas que escribo, y que además les apetece hacer comentarios sobre las mismas. Realmente nunca proyecté ni siquiera que nadie lo leyera, era una especie de diario personal de perversiones y de ideas locas que pasan por mi cabecita. Pero, qué porras, reconozco el morbo que me da que ciertos personajes lean esto y hagan comentarios, y que los que no los pueden hacer quieran hacerlo, hasta el punto de pedirle a errrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrre que me lo diga. Perdonadme que hoy precisamente, cuando abro las puertas al universo, sea tan anodina, pero acabo de llegar de viaje y estoy destrozada, y me voy a la cama, y punto.

... y aparte.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Roxanne

Esa niña pequeñita, de pelo negro como el carbón, esa niña de ojos verdes y mirada perdida. está otra vez allí, en aquella ventana, donde ella ignora que la veo, observando a los demás sin saber que es observada. La niña puede pasar horas asomada a la ventana, observando cada coche que pasa, cada pajarito en su jaula, en las ventanas de los edificios de enfrente, cada riña de los vecinos, cada charco, cada semáforo que cambia de rojo a verde, cada hombre o mujer que pasea a su perro.

Desde aquí puedo verla parpadear, abrir y cerrar los ojos, entrecerrarlos para intentar fusionar el primer plano con el horizonte, guiñar uno de los dos, generalmente el izquierdo, para ver las cosas en dos dimensiones, ponerse bizca para verlo todo doble, o clavar su mirada en el infinito cuando se abstrae de la realidad para sumirse en sus pensamientos.

Estoy realmente enganchada, la observo a cada rato libre que tengo. Llego del trabajo y suelto las maletas, me desvisto, me ducho, y envuelta en la toalla corro a la ventana para asomarme a ver si está allí: Bingo!

Yo la llamo Roxanne, porque ese nombre me recuerda a, bueno, no sé muy bien a quién, o más bien no lo voy a decir, pero ella sí, ella me recuerda a mí misma, años atrás, refugiada en una ventana que era el punto más cercano a la calle, al exterior, a la libertad, como si hubiese estado encerrada en un zulo y asomara desesperadamente la naricita a un agujero descubierto en un rincón, por el que entraba aire fresco, para poder respirar. A mí misma huyendo del tedio, de la desesperación, de las palizas que mi padre le pegaba a mi madre, y algunas veces a mí, de los llantos de mi madre y su impotencia para hacer nada al respecto, de los gritos que mi madre me daba para descargar, la pobre, su frustración sobre mí, sobre la única persona que tenía a mano, y a la que a veces podía abrazar llorando durante horas. Roxanne me recuerda a mí misma, a mis frustraciones, a la hija que perdí, a la niña de mis vecinos, atropellada por un hijo de puta borracho al volante de un autobús, me recuerda a todas las niñas victimas de la ablación del clítoris, y a aquellas que son vendidas como ganado para que abusen de ellas, y a las que a los 18 años ya llevan 6 casadas y son madres de 4 hijos.

De repente Roxanne levanta la vista y la dirige hacia mí y me mira con cara de "te equivocas". Mierda! me ha visto! Mira que soy estúpida!