A veces pienso que es lo mejor. No me apetece nada ser sociable con todos esos tipos con aire de suficiencia que me suelen rodear. Soy encantadora en el trabajo y además muy buena en ello, y eso nadie me lo puede negar, porque dejé buena parte de mi vida en el aprendizaje. Pero en lo personal, no ha nacido aún el hombre capaz de soportarme. Ni el hombre al que yo sea capaz de soportar, tampoco.
Estoy sola, y sola, me siento y pienso, y escribo y sueño, y quiero que tan solo algún día aparezca una persona que me tienda la mano, y yo se la coja, y sienta su calor, y ella el de la mía, y apretando fuerte me obligue a ponerme en pie y me diga: "Vamos!" Y que a mí me guste.