Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

domingo, 21 de agosto de 2011

El curioso encuentro de Fabián



Fabián está ordenando sus utensilios de trabajo tras una sesión, la última del día, de acupuntura. Hace ya tiempo que a Fabián todas su enseñanzas de la facultad le sirvieron para aprender que no todo es lo que parece, especialmente cuando es el establishment el que anda detrás de "lo que parece". Después de dar muchos tumbos de hospital en hospital, Fabián ha terminado montando su propia consulta de todo aquello que se ha dado en llamar "alternativo".

Suena el timbre, y Fabián se pregunta quién podrá ser, ya que no tenía programada ninguna cita más. Mientras duda sobre si su última paciente se habrá dejado el bolso o el móvil en alguna parte de su despacho, se acerca a la entrada, y de un modo prácticamente automático abre la puerta. Y allí está ella. No puede ser, pero sí, es ella.

¿Bueno, no me vas a invitar a pasar? Esperaba un recibimiento más efusivo.

Fabián, atónito, le hace un gesto para que entre mientras intenta salir de su asombro: Amy Winehouse en persona se ha presentado en su consulta.

Pe.. perdóname, pero, a ver: ¿tú no estabas... ehmm... tú no estabas muerta?

Y lo estoy, corazón. Una cosa no quita la otra. Pero te mereces un buen recuerdo de mí. Y por eso estoy aquí.

Comprendo. Bueno, no, no lo comprendo, pero en cualquier caso, me siento halagado. Pasa por favor, y siéntate.

¿Tienes algo para beber? ¡estoy seca!

Fabián la mira.

Ah! No, no te preocupes, no quiero alcohol. Ya me he quitado de eso. La muerte es lo que tiene. Se lleva por delante todos tus vicios, a la par que tu cuerpo.

Creo que tengo un par de coca-colas.

Servirán, cariño. Amy se sitúa de espaldas a la camilla de Fabián, apoya las palmas de las manos en la superficie, y con la fuerza de sus triceps se eleva hasta quedar sentada sobre la camilla, con los pies colgando, adoptando seguidamente ese aire interesante y distraído que la caracterizaba en sus fotos promocionales. Está examinando los títulos de Fabián, enmarcados y colgados de la pared, mientras éste entra por la puerta con dos latas fresquitas de coca-cola zero.

Me han dicho que eres bueno con las agujas. Si me quitas un dolorcito que tengo en las cervicales, te canto una canción, para ti solito.

Lo puedo intentar, Amy, pero no te prometo nada.

Amy se desnuda de cintura para arriba y se tumba boca abajo en la camilla, mientras Fabián trata de no dejarse arrastrar por el torrente de emociones que le provoca que Amy Winehouse se haya presentado en su consulta después de muerta, sobria y hablando en español, y le acabe de enseñar las tetas sin inmutarse.

¿Por qué? Le pregunta Fabián sin más aclaraciones, mientras le va clavando agujas en la espalda.

Ella, que ya sabe el resto de la pregunta, le responde con voz relajada: ya sabes, nene, lo normal, no hay nada de misterio en ello. Me dejé llevar. La vida era tan apasionante con todo eso... Me hicieron creer que era una reina, que era maravillosa, que era inmortal. Para cuando descubrí que no lo era, ya era demasiado tarde. Entonces la vida se había convertido en algo de lo que huir, aunque, créeme, no es eso lo que pasó. No me suicidé, qué va. Sencillamente, hacía tiempo que había perdido el control, ya no sabía lo que hacía, muchas veces no era capaz de recordar lo que había hecho diez minutos antes.

¿Pero por qué no intentaste salir? Pudiste haber luchado. Todos intentaron rehabilitarte.

Amy ríe desenfadadamente y contesta: y yo les dije, No!, no! noooo! ja, jajaja, ja! Las adicciones son eso, cariño, adicciones. Amas aquello que te está matando. Es triste, pero es así. Mira los millones de personas que aun fuman. ¿No es patético?

Sí, contesta Fabián, tienes razón.

Una hora después, Amy y Fabián están sentados en el sofá. No sabe cómo, pero esa guitarra que prestó hace siglos a un amigo y que éste nunca le devolvió, está de nuevo entre sus manos, y él, con la sola ayuda de éstas, está desgranando arpegios que nunca tuvo la destreza suficiente para tocar, mientras Amy canta para él.






(Con imaginación, todo es posible - Si consigo que esta noche sueñes con ella, me sentiré la bloguera más feliz del universo)

4 comentarios:

  1. Vaya problema con el fumar! Pero por mí, me ponga donde me ponga no se como me las apaño pero al final siempre me llega a mi el humo del cigarrillo mas que al propio fumador

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  2. ME ha gustado mucho tu historia, Sara. Ójala él consiga soñar con ella y tú seas la más feliz de la blogosfera.

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  3. Estos encuentros son más habituales de lo que nos pensamos... A mi, no me ha extrañado nadaaaa.

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