A veces me siento a escribir porque me siento inspirada, porque tengo una canción, o una idea dándome vueltas en la cabeza, y sé que puedo contar algo interesante.
Otras veces me siento a escribir simplemente porque me siento en deuda con una idea o persona, porque quiero rendir un homenaje, o simplemente porque no quiero permanecer callada por más tiempo, porque me abruman las telarañas que pueblan mi blog.
En esos casos, unas veces no encuentro la inspiración simplemente porque me estoy obligando a hacer algo que no me sale de modo espontáneo, y otras veces es por otro tipo de circunstancias.
Una de ellas es el miedo. El miedo me bloquea, me seca la tinta de mi pluma, me atenaza y hace enmudecer, me deja perdida y desorientada. Pero no me refiero a mi miedo. Me refiero al miedo ajeno
ojalá existiese un antídoto para el miedo
ResponderEliminarprudentes pero valientes deberíamos ser
me resulta curioso leerte acerca de esto, pues miedo preside mis actos, yo soy una gran cobarde y no es fácil ser asi
El mejor antídoto que yo conozco para el miedo es enfrentarse a él, pero esto es fácil decirlo, no así el hacerlo. Pero creo que incurres en un error: equiparar miedo a cobardía no es correcto
ResponderEliminarlos valientes no tienen miedo
ResponderEliminarerror: los valientes sienten miedo, pero se enfrentan a él
ResponderEliminarYa no tendrás miedo nunca más.
ResponderEliminarUn abrazo eterno, Sara
Ahora tengo aún más miedo...
ResponderEliminarTe sigo echando tanto de menos. A diario. Por siempre
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