Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

domingo, 6 de diciembre de 2009

Roxanne

Esa niña pequeñita, de pelo negro como el carbón, esa niña de ojos verdes y mirada perdida. está otra vez allí, en aquella ventana, donde ella ignora que la veo, observando a los demás sin saber que es observada. La niña puede pasar horas asomada a la ventana, observando cada coche que pasa, cada pajarito en su jaula, en las ventanas de los edificios de enfrente, cada riña de los vecinos, cada charco, cada semáforo que cambia de rojo a verde, cada hombre o mujer que pasea a su perro.

Desde aquí puedo verla parpadear, abrir y cerrar los ojos, entrecerrarlos para intentar fusionar el primer plano con el horizonte, guiñar uno de los dos, generalmente el izquierdo, para ver las cosas en dos dimensiones, ponerse bizca para verlo todo doble, o clavar su mirada en el infinito cuando se abstrae de la realidad para sumirse en sus pensamientos.

Estoy realmente enganchada, la observo a cada rato libre que tengo. Llego del trabajo y suelto las maletas, me desvisto, me ducho, y envuelta en la toalla corro a la ventana para asomarme a ver si está allí: Bingo!

Yo la llamo Roxanne, porque ese nombre me recuerda a, bueno, no sé muy bien a quién, o más bien no lo voy a decir, pero ella sí, ella me recuerda a mí misma, años atrás, refugiada en una ventana que era el punto más cercano a la calle, al exterior, a la libertad, como si hubiese estado encerrada en un zulo y asomara desesperadamente la naricita a un agujero descubierto en un rincón, por el que entraba aire fresco, para poder respirar. A mí misma huyendo del tedio, de la desesperación, de las palizas que mi padre le pegaba a mi madre, y algunas veces a mí, de los llantos de mi madre y su impotencia para hacer nada al respecto, de los gritos que mi madre me daba para descargar, la pobre, su frustración sobre mí, sobre la única persona que tenía a mano, y a la que a veces podía abrazar llorando durante horas. Roxanne me recuerda a mí misma, a mis frustraciones, a la hija que perdí, a la niña de mis vecinos, atropellada por un hijo de puta borracho al volante de un autobús, me recuerda a todas las niñas victimas de la ablación del clítoris, y a aquellas que son vendidas como ganado para que abusen de ellas, y a las que a los 18 años ya llevan 6 casadas y son madres de 4 hijos.

De repente Roxanne levanta la vista y la dirige hacia mí y me mira con cara de "te equivocas". Mierda! me ha visto! Mira que soy estúpida!

4 comentarios:

  1. Qué bonito refugio para los sentidos...

    ResponderEliminar
  2. Gracias campeón. Tú tampoco lo haces mal. Sigue. A mí me gusta, pero yo no soy nadie.

    ResponderEliminar
  3. Yo no soy nadie... Es la frase que mas me he repetido a mi mismo... y en ocasiones alguien me quiere llevar la contraria... Me encanta disfrutar de los pequeños detalles,de los pequeños placeres...Los grandes no los disfruto tanto...

    ResponderEliminar
  4. Me alegra que mi blog sea uno de tus pequeños placeres.

    ResponderEliminar