Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

domingo, 4 de diciembre de 2011

Cinco motivos para llorar



Papa Dont Preach by Madonna on Grooveshark


Lamento si este post resulta prosaico para todos aquellos que esperan su dosis de misterio y jeroglífico, pero hoy no me voy a andar por las ramas: Sí, estoy embarazada.

Es posible que a alguien le extrañe mi llanto ante esta noticia tan asombrosa a la par que hermosa, puesto que el embarazo, a pesar de ser inesperado, no es un embarazo no deseado... estos son mis cinco motivos.

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El primero.


Siempre me han dado miedo los ascensores. Viajaba en uno de ellos de niña, cuando éste se descolgó en caída libre a lo largo de 30 interminables centímetros... sí, sí, reíos, pero deberíais probar la sensación de que el suelo se hunda bajo vuestros pies repentinamente un equivalente a entre la tercera parte y la mitad de vuestra estatura. Desde entonces siempre me subo cuando es imprescindible, presa de una indescriptible aprehensión, y cuando digo indescriptible, es que renuncio a intentar describirla. Para colmo de males, un buen día, en un edificio de bastantes plantas, al pulsar el piso -yo iba al 9º- por error pulsé el botón de la columna de al lado (el 19º y último) así que al llegar al 9º comprobé con horror que el ascensor me había secuestrado y no paraba. Conforme éste se fue acercando al ático me invadió la terrible sensación de que el ascensor no tenía la más mínima intención de parar, y que irremediablemente atravesaría la cubierta del edificio para catapultarse al infinito conmigo dentro. Me imaginé perdiendo la sensación de gravedad, precipitada al vacío en un vuelo imparable y sin control que inexorablemente acabaría en un hostión contra el suelo del que no saldría viva. Me tapé los ojos aterrorizada, gritando, me meé encima, y cuando el ascensor paró, por fin, en la decimonovena planta, salí como una exhalación al vestíbulo, donde 5 personas observaron atónitas cómo la chica supuestamente autora de ese alarido de ultratumba que subió hasta sus oídos por el hueco del ascensor, salía con la mirada desencajada y la cara llena de mocos y lágrimas, y aterrizaba vomitando en la primera maceta que encontró a a su paso.

El otro día, con el predictor en la mano, me sentí prácticamente igual. Sentí que había traspasado las fronteras de mis posibilidades, y me invadió un pánico atroz a no ser capaz de afrontarlo, no saber qué teta darle primero, no saber qué hacer cuando tenga fiebre, un pánico atroz a cagarla...


El segundo.

No soporto el trato directo con la gente si no es elegido por mí: no puedo soportar la idea de que todos los gilipollas que me rodean se acerquen a darme sus parabienes y felicitaciones. Especialmente el hijo de puta de su abuelo. Esto es algo tan personal... No quiero que se me acerquen, y lo harán. No sé si estoy preparada para eso. No sé..., no sé si los mandaré a todos a la puñetera mierda. No quiero ser el puto centro de atención.


El tercero.

No olvido el calvario pasado en mi infancia, adolescencia, y parte de mi vida adulta. He tenido verdaderos problemas a causa de mi carácter, y de ciertos pequeños seres de color negro que durante mucho tiempo habitaron en mi loca cabecita. No quiero que ellos vuelvan, y aunque me han garantizado que eso no ocurrirá, tengo miedo a que aparezcan de improviso y me pillen con mi bebé en brazos.


El cuarto.

No me creo que esto pueda ser verdad. No me veo con una barriga del quince. Siento que no merezco esto, que alguien se ha equivocado de puerta al entregar el paquete. En cualquier momento sonará el timbre y llegará el de SEUR a decirme, perdone, señora, me equivoqué, esto no es para usted.

El quinto.

Hay tantas personas con las que me hubiera gustado compartir esto, y no están. Ya no puede ser. Me gustaría tenerlos a todos ahora mismo, palpando mi vientre en busca de una incipiente señal de vida en mi barriga aún plana.





Susana lo sabe todo. Ahora sale todos los días del cole y se abraza a mí, y me dice: ¿a ver, mami, a ver? (hace tiempo que Susana me llama mami) y se pasa un rato escuchando, con su oreja pegada a mi barriga, mientras yo conduzco hacia casa. Ese es un motivo para sonreir, aunque eso ya es parte de otra historia.



Esto es bueno para nosotras, mi niña. Esto es bueno.
Acaricia mi vientre, acerca tu oido, disfruta y créetelo.
Porque esto es bueno para nosotras, es bueno, mi niña
y sobre todo, es para nosotras.



En tus ojos hay tantas miradas, tantas...



Hay un sexto motivo, el más importante, pero no me siento con fuerzas para contarlo. Aunque en su día ya hablé de ello.

6 comentarios:

  1. Enhorabuena. Espero que tengas un embarazo bueno que ayude al resultado final. Ya verás como si

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  2. A pesar de todo... eres suertuda niña...muy afortunada.
    Besetes para ti y esa criatura.
    P.D. me muero de ganas por saber el sexto motivo...soy cotilla nena

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  3. Esto es no andarse por las ramas, y lo demás son tonterias... Bravo Sara. SIEMPRE te he admirado, y ahora, un poco más. Y sí, ya supongo que esto de decir "enhorabuena" es una mariconada más que te hace estar en el centro de atención...así , que, no diré nada. Bueno sí. Un beso.

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  4. Ánimo, todo saldrá bien.
    Quizá no te crece una barriga del 15....!(me recuerdo a alguien con este comentario tan...surrealista)

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  5. A mi me parece que la superación de todos tus miedos y demonios es más que evidente. Sigue adelante y no te preocupes, que tienes una buena red debajo... comprendo tus miedos, pero lo veo desde fuera, y sé que triunfarás.

    Estoy deseando saber si será una sarita o un sarito

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  6. Mis más sinceras felicidades. Mi hermana acaba de quedarse también y leyéndote también la veo a ella.
    Es normal tener miedo e inseguridad, es un gran cambio, pero creo que merecerá la pena.
    Disfrútalo :)
    un besazo!

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