Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?
lunes, 29 de septiembre de 2014
Señor Juez
Señor Juez.
Vamos a ver, Señor Juez...
¿Cómo se lo digo?
No lo logro entender.
¿Sabe usted, Señor Juez? El día en que mi padre murió no fue el mejor día de mi vida porque cuando se mató borracho al volante lo hizo llevándose por delante a la hija de otro.
¿Qué puto beneficio me podía haber traído a mí el contacto con esa mierda?
Mi padre, mi querido padre, me daba ostias como panes. Me daba ostias como panes cuando se hartaba de darle ostias como panes a mi madre. Mi padre, mi querido padre, dejó tonta a mi madre a ostias. A patadas. A palizas.
Pobre mamá.
Aún me cuesta comprender cómo es posible que yo haya llegado a los 37 sin enloquecer por completo. Tal vez porque hubo personas que me sacaron de allí.
Está claro que esta jodida sociedad tiene el corazón podrido, y que llevará años, muchos años, a base de educación, enmendar esta enfermedad tan grave que tiene.
Yo le pido por favor, le suplico.
Reconsidere usted su decisión. Rectificar es de sabios, Señor Juez.
Haga usted el favor.
Señor Juez.
lunes, 22 de septiembre de 2014
En la cafetería hay 8 personas.
Están los dos camareros, ocupados en atender la barra, en la que se ha acoplado el viejo aburrido del barrio en busca de conversación... tres.
Estás tú, acompañada de tus dos compañeras de trabajo, tomando el café que todas las mañanas os tomais antes de abrir la tienda... seis.
Está el repartidor de la cerveza, que acaba de descargar los dos barriles de hoy, y recoge afanosamente sus albaranes para irse la próximo bar... siete.
Y estoy yo, sentada al fondo, con mi café solo... ocho.
Ocho personas, y solo yo me he dado cuenta de la mirada que te ha echado el de la cerveza cuando ha salido por la puerta.
sábado, 20 de septiembre de 2014
en standby
Tengo el panel de control del blog lleno de entradas que no llego a decidirme nunca a publicar
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