Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

domingo, 5 de junio de 2011

Balance de pérdidas y cicatrices, Capítulo 2


Tumbados en la cama, en penumbra, Jorge pregunta ¿quieres contármelo ahora?

Sí, responde Beatriz.

Jorge se vuelve hacia ella y se apoya sobre su codo izquierdo, para poder hacer descansar su cabeza sobre la palma de la mano, y mirarla mientras habla.

Hace unos años, cuando yo era apenas una adolescente, salimos, eran las fiestas del barrio, así que volvimos bastante tarde. Yo en esas ocasiones me quedaba a dormir en casa de unos familiares, y otro de los que paraba por allí era mi primo. Estaba un poco borracho aquella noche, nada fuera de lo común, aunque sí le noté un comportamiento un poco extraño, pero no le di más importancia. Me voy a acostar, primo, le dije, y él me respondió, vale prima. Ya me importunó un poco que me interrumpiera un par de veces entrando a la habitación mientras me cambiaba... en la segunda de ellas me subí rápidamente el pantalón del pijama y le pregunté qué quería. Me contestó que todo estaba ocupado y que si podía venirse a dormir conmigo. Lo habíamos hecho infinidad de veces, desde pequeños, así que le dije, vale, claro primo, no hay problema. Poco después me pasó un brazo por encima, y bueno, esto era una situación normal cuando duermes con alguien, así que tampoco le di importancia. ¿Te molesta prima? No, no tiene importancia, le contesté. Pero a partir de ahí de pronto me di cuenta de la encerrona en que estaba metida. De repente se subió encima mía y empezó a toquetearme. Déjame primo, ¿qué haces? ¿Prima, no quieres que juguemos un ratito? NO, déjame. Entonces el me sujetó las dos manos con una de las suyas... mis piernas estaban atrapadas entre las suyas, así que me tenía inmovilizada. Con la mano que le quedaba libre empezó a sobarme los pechos mientras me decía: ¿con quién mejor que con tu primo? Yo estaba aterrorizada. La voz de Beatriz empieza a ahogarse en lágrimas. Jorge la observa atentamente y profundamente conmovido, sin saber muy bien qué hacer, por lo que decide seguirla mirando. Beatriz prosigue: Recordé un consejo de mi abuela, niña, cuando alguien intente abusar de ti, relájate... y yo... yo... los ojos de Beatriz están inundados... yo me relajé... Jorge inspira profundamente, mientras ella, tras unas décimas de segundo de interminable silencio, añade: Poco después, cuando estaba confiado, le pegué un tremendo mordisco en la cara, y él, sobresaltado, se retiró, momento que aproveché para zafarme de él. Lo corrí a hostias hasta la puerta y una vez que lo eché fuera cerré con llave. Dios, pasé una noche horrible, yo allí sola, y él estaba allí, al otro lado de la puerta. Estaba aterrorizada.

Jorge la observa durante un instante, indeciso, y luego, ofreciéndole sus brazos, le dice: ven aquí. Y entonces se funden en un abrazo largo e intenso.

Te toca, susurra Beatriz al oido de Jorge segundos después.

Jorge suspira, toma aire, y comienza: Hace unos años, mi padre dejó tirada a mi madre. Un buen día, se marchó, sin más. Quería vivir su vida. Así que se llevó por delante más de 40 años de matrimonio. Mi madre se quería morir. No sabía qué hacer con su vida, ya no tenía sentido. Yo terminaba los viernes de trabajar y me iba con ella a su casa, y pasábamos el fin de semana, yo tirado en su sofá, y hablábamos, y yo le decía: Mamá, ahora no lo ves, pero te ha tocado la lotería. Y así fue, pasaron los años y ella cada vez estaba más tranquila y agusto en su pequeño mundo, y él cada vez más solo y arrinconado. Él pegó un tremendo bajón, tanto físico como anímico. Y yo... yo... pues decidí que no podía estar toda la vida odiandole: ¡era mi padre! No se lo merecía, y de hecho lo demostró después, pero yo tenía que intentarlo, así que me acerqué a él, y le abrí un poco las puertas. Mi madre entonces se sintió traicionada. No es que me retirase el saludo, pero sí que le sentó como un tiro que y me acercara de nuevo a él. Hasta que un día en una discusión trivial estalló la tormenta por ese tema, me dijo que vaya buen rollo que tenía ahora con él, y que a ella la había abandonado. Aquello me sentó fatal, pensé que estaba siendo muy injusta. Lamentablemente aquel día terminamos muy mal, y me marché de su casa dando un portazo. La firme voz de Jorge se enturbia al añadir: Aquel año mamá no me llamó por mi cumpleaños, fue la primera vez que no lo hizo. Estoy seguro de que no se le olvidó. Simplemente estaba tan enfadada que no me llamó. Nunca, nunca he recibido un castigo más severo de mi madre. Hace no mucho ella se quejaba de que la teníamos muy abandonada, que se sentía muy sola... es cierto que ella eligió vivir muy lejos de su familia y no era fácil ir a visitarla, ya sabes como está el patio, Bea. Beatriz asiente con la cabeza. La fatalidad quiso que poco tiempo después ella enfermase de modo repentino y muriese a los pocos días sin apenas darnos tiempo para decirle "te quiero" como Dios manda. Así que ella se fue, y el cabrón... el cabrón... El cabrón ahí sigue... Jorge rompe a llorar como un niño de 5 años, desconsolado, y cae en los brazos de Beatriz, quien lo abraza, mientras le acaricia el pelo y le besa la frente... tranquilooo, tranquilooo.

Instantes después, Jorge y Beatriz están haciendo el amor del modo más dulce que quepa imaginar. Ha ocurrido.

Escribir esto contigo sentado al lado ha sido muy especial

6 comentarios:

  1. uff.. no puedo casi ni tragar saliva... hoy se ve que no puedo dejar de lloar... Niña... beso y abrazo...

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  2. Nena,tengo tantas emociones golpeándome el corazón ahora mismo que no se que decirte... sólo que nadie como tú es capaz de expresar tantas cosas preciosas como una amistad tan enorme en un solo post... Gracias por escribir

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  3. ajajja pues si la vierais sentada al ordenador escribiéndolo... parece que está friendo croquetas la cabrona, jajajja

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  4. Preciosa. Una forma de escribir, preciosa. Sin más.

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  5. "...del modo más dulce que quepa imaginar.Ha ocurrido..."

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  6. Es curioso, desde aquí se lee diferente...

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