Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

domingo, 4 de septiembre de 2011

Pedro y Martita (primera parte)

Carmen se levantó de un humor regular esta mañana. Gran parte de la noche no pudo dormir, acosada por esas dichosas molestias, a pesar de las cuales no se termina de decidir a ir al médico. El estrés, el agobio de vida que lleva, la van disuadiendo día a día de ir. Ya buscaré un hueco, piensa ella, así que, de momento, sigue aguantando esas fastidiosas noches, que cada vez se le hacen más penosas.

Mientras se tomaba su cafetito mañanero escuchó las noticias en un viejo transistor que heredó de su difunta madre, gran aficionada a escuchar la radio, y ahora se ha dirigido a su dormitorio, transistor en mano, con intención de empezar por allí esa limpieza a fondo que suele llevar a cabo todos los sábados por la mañana. Primero, deposita con cuidado, casi veneración, el transistor sobre su mesita de noche, de cuya superficie recoge sus pendientes, quitados con cansancio infinito la noche anterior, y un anillo que suele llevar en el anular de la mano izquierda, y los deposita en el joyero de su tocador. Durante unos segundos contempla su demacrado aspecto en el gran espejo del tocador, donde acostumbraba, en los buenos tiempos, a sentarse durante un rato a peinarse y ponerse guapa, mientras su ex-marido, desde la cama, la observaba con deseo, y le dedicaba piropos. "qué hecha polvo estoy para mis 38" piensa para sus adentros, o tal vez lo llega a pronunciar en voz bajita, no hay testigos en la habitación que confirmen una cosa ni la otra. Sólo ella.

Así que, sola está en su dormitorio, terminando de hacer la cama, cuando ese dolorcillo que la viene molestando los últimos tiempos, le sobreviene de pronto de una forma mucho más aguda y violenta. Carmen trata de recobrar la serenidad, pero el dolor puede con sus fuerzas. Medio segundo después está intentando mantenerse de pie a duras penas, mientras el dolor ya es tan insoportable que le hace perder la coordinación, para terminar cayendo desvanecida sobre la cama a medio hacer. Acaba de morir. Ella ni lo sospechaba, pero acaba de tener un infarto de miocardio que la ha fulminado. Ahora Carmen está tirada en una postura poco habitual, con la cabeza sobre la cama, pero de rodillas sobre el suelo, conservando aun entre los dedos de su mano derecha la esquina de la sábana, a la que estos se aferraron desesperadamente en el momento del terrible dolor.

Media hora después, la puerta del dormitorio se abre, y una niña de 5 años, tras unos segundos de vacilación ante la extraña escena, se acerca temerosa a la cama.

¿Mami?

3 comentarios:

  1. Ostias! esto promete! Ha merecido la pena trasnochar

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  2. Cogió con fuerza la sábana del dolor que sintió.
    No puedo dejar de pensar en la niña...

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  3. hummm.. para cuando la segunda ? Beso niña, de sur a sur

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