Dos ciegos. No se ven
abren la puerta a los truenos.
No hay ganas
de nada.
Dos sordos. No se oyen
sacan los sables
rompen los platos.
Dos ciegos, no se oyen.
Dos sordos, no se ven.
Ni hay ganas
de reírse las gracias.
De nada
Sara, lo más triste, es que en muchas ocasiones sucede de verdad
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