Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

miércoles, 21 de abril de 2010

Olor a viejo

Desde el sonido del clic cata clack del bombín de la cerradura del portal, hasta el seco cerrar de la puerta de arriba, todos los sonidos, olores y silencios desencadenan un torrente imparable (e impagable) de sensaciones.

Una habitación en penumbra a la hora de la comida, algo parecido decía la minusvalorada Sofía. Un buen día vinimos y te sacamos de aquí, con precipitación, con prisas, y todo quedó por medio. Nadie vino después a recoger, todo sigue donde estaba. Tu delantal... aún lo llevabas puesto, y puedo recordarte sentada en esa silla de anea de la entrada, con las manos en las rodillas, y la mirada perdida en el infinito, al lado de tu maleta, primorosamente organizada. Y aquí sigue, colgado del respaldo: Déjalo ahí mismo, mamá. Allí no te va a hacer falta, ya cocinarán para tí.

Y todo huele ¡tan bien! Tu caja de costura, los armarios empotrados de los dormitorios. La chichonera de mi cuna, que sigue guardada donde siempre. Los cachivaches del belén. El jabón de la lavadora. Tu estuche de maquillaje, y la cajita de música donde guardabas los anillos, donde un día guardaste llorando tu alianza. Tu latita de crema Nivea, tu perfume, tu bufanda, y esos guantes de piel tan elegantes y que me gustaban tanto.

No sé por qué me ha dado ahora por venir tanto por aquí. Tal vez porque me hipnotiza contemplartlo todo tan quieto, tan en silencio, tan fosilizado. Parece cosa de magia. Ha pasado tanto tiempo, pero desde entonces aquí no ha pasado nada.

¡Ea! Pensando en voz alta.

2 comentarios:

  1. Lo consigues... cuando escribes se pueden percibir hasta los olores...

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  2. A mí, me gusta cuando me llega el mismo olor que has olido hace muchos años y persigue en el subconsciente o consciente, ya no lo sé porque si los hueles es que está aquí y ahora. Por poner un ejemplo el olor a una higuera, el olor a hierba que te recuerda cuando detrás de tu casa hacía volteretas, el olor a pinturojetas y goma de borrar de clase, el olor a buen guiso de tu madre, en definitiva el olor a felicidad

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