Y recuerdo esos gorritos en forma de cono, los antifaces, las velitas y los paquetitos primorosamente envueltos, todos con su lacito y su "felicidades". Ahora guardo como un tesoro la certeza de los ratos que pasaste haciendo aquellos envoltorios. Pero lo que más especialmente recuerdo, son aquellos papelitos de colores que yo no sabía cómo se llamaban, y que nos cubrían por completo. Qué bien te lo montabas.
Luego nos íbamos a la cocina con el pesado de Joaquín, que era el último al que siempre venía a recoger su madre, y le gastábamos bromas pesadas. Hasta que se lo llevaban. Entonces nos sentábamos frente a frente, con un parchís, Y reíamos, y nos hacíamos muecas.
Lo recuerdo como algo eterno, pero tal vez sea algo que solo ocurrió un año.
Esta historia, creo que la podemos firmar todos...Sólo hay que cambiar el nombre de "Joaquín" por el que corresponda...
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