Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?

domingo, 15 de agosto de 2010

El vestido

Me sigo preguntando si lo habré soñado. Viniste.

¡Viniste!

Tocaste a la puerta, como si cualquier cosa. Nada más verte ya sabía que eras tú. Lo leí en tus ojos. Quiero mostrarte algo, me dijsite. Yo sabía que no iríamos cerca.

¿Te gusta hacer kilómetros verdad? ¡Ja! ¡Lo sabía!, pensé.

Lo que hablamos por el camino no le interesa a nadie.

Lo tenías todo planeado. En poco más de hora y media llegamos a esa vieja gasolinera abandonada. Y cumpliste lo prometido. Pusiste la nieve y el mar a mis pies a la vez. Y entonces me dijiste: ya es hora de hacer cambios, mientras me tendías esa elegante bolsa de papel y, mirándome a los ojos añadiste: puedes cambiarte en la gasolinera, la puerta de atrás está abierta.

¡Un vestido! ¡Un vestido de flores!. En mi vida me he puesto esto. Pero algo me dijo que sí, que debía hacerlo, ponerme ese vestido, sabía que podía confiar en ti. De repente ya no me parecía tan mala idea, y así, de esa guisa, salí a tu encuentro.

Y no sé si sería el sol que me daba en la cara y me deslumbraba, o el aire, que hacía volar mi pelo, y azotaba el vuelo del vestido, como en las películas, pero de poco importó lo tosco de las botas, que no pegaban ni con cola: Te acercaste a mí y exclamaste: ¡Dios! ¡Eres preciosa!

Y por primera vez, me lo creí.

Y por primera vez, me sentí preciosa.

Ven conmigo, dijiste, y de nuevo nos subimos al coche.

¡Espera!, te dije, mientras me volvía a bajar: ¡¡¡mis vaqueros!!! te grité mientras corría hacia la gasolinera.

Quince minutos después estábamos en ese lugar, las cazoletas, las cazuelas, como se llamase, no me acuerdo bien. Solo recuerdo que había una gigantesca señal que ponía: prohibido el paso, propiedad privada. Y yo te dije: oye, ahí pone que es propiedad privada, esto tiene un dueño. Y tú, sin inmutarte contestaste: sí, tú. Y llegamos a ese banco de piedra al borde del barranco. ¡Qué vistas!

Todo esto es tuyo, solo por este rato, pero es tuyo. Te lo regalo yo, que tengo mucho morro. Lo he robado para ti. ¿No robas tú derechos de autor de canciones? Pues yo robo paisajes. Y este lo pongo a tus pies. Eres la reina del lugar. Solo por un ratito. A ver quién coño se atreve a venir a reclamártelo.

Pongo esa canción porque es la que sonaba en tu coche en el momento más bonito de la tarde para mí. Me ha costado encontrarla, pero seguí tu astuto truco de quedarse con un trozo de la letra y buscar en google.

4 comentarios:

  1. ...y esto... ¿ocurrió?. Si ocurrió es genial. Y si no, también lo es.

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  2. Ahí está la gracia, niño escritor. Yo sólo te puedo decir que en los últimos días me han pasado cosas extraordinarias. Y he cambiado

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  3. Nina, es que los paisajes preciosos son especiales. Y no se saben bien hasta que no los podemos ver.
    qué suerte la tuya! Estarás totalmente llena de serenidad, verdad?

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  4. Me alegro MUUUUUCHO que hayas cambiado, ya que entiendo que a mejor. Al menos ahora escribes más y más largo, y eso me gusta. Y cuentas más cosas (de tí). Besos fuertes !!!!

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