Bueno que pasa, ¿nadie me va a dar un beso?
domingo, 29 de agosto de 2010
Medianoche
Por el motivo que sea, me he despertado. No hay nada anormal, así que imagino que algún sonido breve pero intenso me ha sacado del profundo estado de sueño. Trato de hacer memoria, y tengo la lejana sensación de que alguien suspiraba, o tal vez lloraba, en los últimos compases de mi pesadilla. Ya no me despierto llorando. Ya no me despierto asustada y temblando como antes. Simplemente me despierto. He llegado a acostumbrarme, supongo. Miro a mi alrededor. Todo está en calma. La penumbra de mi dormitorio, la ropa tirada por el suelo, los 7 vestidos desechados la noche anterior, todos colgando de las puertas abiertas del ropero. El rayo de luz de luna, que se entrecruza con el de la farola de neón, dibujando 3 caprichosos triángulos de diferentes tonalidades, y que proyectan sobre el espejo una espectral imágen, esa luz difusa que hace que cuando me despierte, y lo primero que vea sea ese fulgor intenso que proviene del mismo, crea que estoy mirando hacia el lado contrario. Todo está inmóvil, sigue en su sitio, como siempre. Es la hora. Ahora lo veo claro. Mi vista empieza a enfocarse, así que de un salto abandono la cama, y en unas décimas de segundo miro hacia el cóctel de calor, sudor, y sábanas retorcidas, con ese aspecto tan poco acogedor, y me pregunto cómo podía estar agusto ahí tumbada. No podría volver a meterme ahí aunque quisiera. Es como si pretendiese secarme con una toalla mojada. Me estiro como si pretendiera alcanzar el techo con las manos, y siento mis articulaciones crujir. Estoy preparada, me susurro a mí misma. Me agacho y a tientas busco debajo de la cama mis zapatillas, con la mano derecha, mientras con la izquierda me apoyo en el colchón, como si pretendiera evitar que un agujero negro escondido debajo del canapé, me absorbiera.
Salgo del dormitorio y al abrir la puerta una corriente de aire azota mi cabello, y, no sé por qué motivo, de repente recuerdo que éste es negro. Y pienso en que me gusta que sea así. Dicen que es importante que una se guste a sí misma, aunque yo no lo termino de tener del todo claro, porque para mí, la belleza es aquello que se proyecta en los demás. Subo las escaleras, encendiendo a mi paso las luces, y comprobando que el polvo se acumula en los pasamanos de la barandilla. He de llamar a Natalia, apunto mentalmente. Arriba, en la buhardilla, el silencio domina, lo cual acrecienta mi paz. A veces los ruidos estridentes serían capaces de volverme loca. Así que todo está bien. Es bueno vivir de noche. Eso que te ahorras entre gilipollas y engreidos.
El taller está en calma. El ligero olor a pegamento me embriaga. Es algo positivo. Hace mucho tiempo descubrí lo útil que es abandonarse de vez en cuando al goce de los sentidos, y la cantidad inmensa de beneficios que pueden proporcionarte. Tal vez si no fuera por esto, no sería capaz de hacer estas fusiones que tanto os gustan a algunos: Para pulsar el dichoso botón, primero tengo que disfrutar yo a rabiar, si no, no me vale.
Me descalzo, y me adentro en el taller. Sobre el soporte que yo misma diseñé y construí a base de soldador y martillo, descansan, fieles y pacientes mis dos alas. Blancas, impresionantes, bellas, majestuosas, las artífices de esa sorprendente metamorfosis. Sólo me queda acercarme y fundirme con ellas. No sabría describiros la sensación exacta, pero de pronto noto una especie de extraña mezcla entre el ligero aumento de peso de mi cuerpo, el casi imperceptible cosquilleo en mis omóplatos, y la liviandad, la volatilidad que esto me provoca. Súbitamente todas mis heridas sanan, todas mis cicatrices se difuminan; no se borran, pero dejan de tener relevancia. Al instante estoy suspendida, y mis pies ya no ejercen más que una mínima presión sobre el suelo. Me dirijo al ventanal, y despliego las contraventanas por completo. Abro los picaportes, que responden con un chirrido, aparto con brusquedad las correderas hacia los lados, y con un solo paso adelante, estoy rodeada de estrellas y aire fresco.
Un enérgico salto y... ¡a volar!
Volveré. Para vosotros, de momento, el resto ya es cosa del bueno de Alan. Él se queda. Yo ya me he ido. Cerrad los ojos, poneos en mi lugar, e imaginad el vuelo. Ahora ya no es cosa de Alan: ahora es cosa vuestra.
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Ha sido bastante impresionante. Vaya manera de escribir. He flipado en colores !!!
ResponderEliminarmu bien niña. Feliz viaje :) No acabes como Icaro! Beso
ResponderEliminarBrutal historia, brutal canción, brutal Niña del Sur... Cada vez mejor y tu techo muy lejos....!!!!!!!!
ResponderEliminarLeer y escuchar esto me ha "movilizado" por dentro. Nunca antes tanto como ahora.
¿Sara, quién eres?
Niño escritor, ¿te conformas con saber que eres uno de los pilares que me estimulan a escribir? ¡Gana ese puto concurso!
ResponderEliminarMaría, sigue viniendo, me hace muy feliz.
Glaukilla, no te preocupes. Nunca tropiezo dos veces en la misma piedra
Qué manos tienes! Asegúratelas...
ResponderEliminarA ver que tal me sale a mí el mío, que traigo retrato fresco
Estoy volando de lo que me ha gustado leerte. Y la música no ha acabado todavía. Alan Parsons!
ResponderEliminarHacia dónde vas, hacia que centro?
¡¡Hacia el centro de tu corazón, Mónica, hacia el centro de tu corazón!!
ResponderEliminarVoy a leerte, nene
No habras bebido un ...?
ResponderEliminarQué fantástica manera de escribir... te envidio.
ResponderEliminarNo puedo creerlo.
ResponderEliminarNo me conformo solo con eso.
¿Ganar el concurso? Sín ti ya no tiene mérito...
ROM!! que te leo!!! o sea que ganarme a mi no tiene merito, no?¿?¿sniffff....
ResponderEliminarpd: es broma, no lo tiene, eres claramente mejor que yo ;) Besos!
La madre que te parió. Ya sé dónde ibas!!
ResponderEliminar29 de agosto!
Claro que sí, nene. Me conoces bien, estoy impresionada. Me empiezo a creer eso de que me lees con devoción. Ahora sí que me acuesto de verdad, pero antes voy a echar un último brindis, este por tí.
ResponderEliminarNo me creo mi suerte, nene.
Impresionante, Sara.
ResponderEliminarM
:)
ResponderEliminarGrandioso, magnifico...has conseguido q cierre mis ojos, abra mis alas y vuele contigo.
ResponderEliminarVuelve Sara. Vuelve pronto para seguir deslumbrandonos con tu vuelo.